El miércoles 10 de Junio, a las 3 de la mañana, me desperté notando una ligera
humedad. Pensé que simplemente era flujo vaginal y me levanté a hacer pipí.
Nada más poner un pie en el suelo noté que iba a más con cada paso que daba.
Finalmente, al llegar al baño, rompí aguas en toda regla.
Agua, tal cual. Líquido completamente transparente y sin olor. En bastante
cantidad. Según mi pareja, me llamó desde la cama y al ver que no le respondía
vino al cuarto de baño. Allí yo le dije la tan famosa frase:
He roto aguas
Imagen internet
Si os digo la verdad, no recuerdo ese momento. Lo que sí que recuerdo es que
empecé a temblar de pies a cabeza. Una tiritera como si me estuviese
congelando. Cogimos el bolso preparado unos días antes, y menos mal porque en
ese momento no sabía donde tenía la cabeza, llamamos a nuestros padres y nos
fuimos al hospital.
Allí lo primero que me hicieron fue un tacto vaginal para ver mi estado. El
primero, ya que en el embarazo no me hicieron ninguno. No es agradable pero
tampoco insoportable, la palabra sería molesto. Además solo dura unos segundos. Comprobó que aún no había dilatación. Así que la cosa iba para largo. Me pasaron a la sala de parto, me pusieron suero y los monitores para
comprobar como estaba el bebé y si tenía contracciones.
Éstas no hicieron acto de presencia hasta pasada una hora. La barriga se tensa
y comienza un dolor que va de menos a más. Las primeras contracciones se
repetían cada 6-7 minutos. Es importante mantener la calma y realizar las respiraciones correctas. Al ver que el parto iba lento, normal en una primeriza, me
pusieron un gotero de oxitocina artificial para acelerarlo, ya que la bolsa
estaba rota y con cada contracción perdía mucho líquido.
Adiós a mi plan de parto!
Ayyy que dolor me da de pensarlo, jaja, pero bueno, supongo que como dicen todas las mamas, luego ese dolor se te olvida cuando ves al bebe, besos! :)
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